Sin Máscaras

Si has estado en el Evangelio por algún tiempo, seguramente has escuchado este versículo que se encuentra en Juan 4:23 que dice:


Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adoraran al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.

Juan 4:23

Por mucho tiempo escuchaba este versículo y no entendía el verdadero significado de esas palabras que Jesús le decía a esa mujer samaritana. ¿Por qué a una mujer samaritana y no a sus discípulos o a los escribas y fariseos? Dios reveló a mi corazón lo siguiente: este pasaje con la mujer samaritana es un ejemplo de transparencia de corazón. Jesús se apareció en ese pozo, justamente en el momento en que esa mujer estaba allí. El Señor luego revela quien es ella, o al menos, como era su vida en ese preciso momento. La mujer pudo haber negado su realidad aun cuando era cierto ya que, en nuestra humanidad vamos a intentar cubrir nuestras faltas; pero ella no lo hizo, sino que se hizo transparente delante del Mesías. Ella mostro ese anhelo genuino de beber de su agua viva por la cual no tendría sed jamás (v. 13-15), y cuando supo quién era Jesús, salió con una pasión porque todo el mundo supiera lo que le había ocurrido y con quien se había encontrado.

“Okay, y ¿qué tiene que ver esto con adoración?” Te puedes estar preguntando. Pensarás que te iba a hablar de música, instrumentos o de canticos; no. Vengo a hablarte de la otra cara de la adoración, de la más importante de hecho. La música es sólo uno de los muchos medios por los cuales podemos adorar. Sin embargo, la mejor adoración que le podemos ofrecer a Dios no es la que sale de la guitarra mas costosa, ni del equipo de sonido mas lujoso y equipado, ni tan siquiera de la voz mas experimentada.

La mejor y verdadera adoración sale del corazón sincero y transparente delante del trono. Detrás de las palabras de Jesús en este versículo al inicio nos hacen una invitación a abrazar la transparencia. Adorar en espíritu y en verdad es, conectar nuestros corazones al Espíritu y caminar en la verdad de Cristo. A nuestro Padre le gusta que seamos sinceros delante de Él, sin ninguna mascara. La mujer samaritana lo entendió, abrió su corazón al Señor y dejo que El trabajara en su interior.

Esa misma pasión que tuvo esa mujer se debe encender en nosotros. La adoración va más allá de la música; es como glorificamos a Dios en nuestro día a día. Es buscarlo cada día más, sin máscaras, dispuestos a beber de Su agua viva y que haga su mejor obra en nosotros.

Dios te bendiga,
Daina Liz Cintrón

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