Creo que todo ser humano desea encontrar un amor verdadero y genuino en sus vidas, uno que los llene y les haga sentir que ya no necesitan nada más. Unos esperan su llegada… otros buscan y buscan hasta encontrar el amor perfecto. Y si me preguntan, el amor perfecto solo se consigue en el ser que nos creó— nuestro Dios. Lo maravilloso del amor de Dios es que es un regalo, por lo que no tienes que poner todo tu empeño en hallarlo, porque se te entrega a la mano. No hay condiciones, no hay “pruebas de amor”, no hay sacrificios innecesarios… solo el amor real de Dios. ¿Qué mejor amor que este, que, si fallo setenta veces siete, esas mismas veces me seca las lágrimas, me levanta, limpia mis rodillas del polvo, y me invita a seguir caminando a su lado? Esa misericordia… me la regaló al entregar su único Hijo, y al su Hijo estar dispuesto a morir por mí. Lo mismo hizo por ti.
“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.”
Jeremías 31:3 (RVR1960)
Shirley Figueroa
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