“Dirigiéndose a sus discípulos, Jesús añadió: — Si alguno quiere ser discípulo mío, deberá olvidarse de sí mismo, cargar con su cruz y seguirme.” Mateo 16:24
En esta vida he aprendido algo que aunque parezca lógico no deja de hacerme pensar: el camino hacia la conquista está cubierto de una costosa alfombra llamada sacrificios. Estos pueden ser propios o de alguien más. Por ejemplo, cuando los hijos necesitan “algo” muchas veces lo obtienen, porque sus padres se lo dan. No le costó sacrificio al hijo, pero sí al padre. De una forma u otra alguien siempre se sacrifica, ya sea para el beneficio propio o de alguien más. Los deportistas por ejemplo, se disciplinan para su propio rendimiento y orgullo de todos. Siempre que veo a alguien triunfar o destacarse, solo pienso en cuánto sacrificio costo este momento de gloria.
“… y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6:6
Muchas personas tienden a recorrer este camino hacia la conquista, sobre la costosa alfombra del sacrificio cargando un maletín de quejas, lamentos, maldiciones, reproches, etc. Esto sencillamente provoca que el viaje se haga más difícil… lento y pesado.
Cuando una persona interesa superarse en la vida y alcanzar más, por lo regular nos inculcan que estudiemos, y muchas personas estudian (logrando graduarse luego de varios años de sacrificio), comienzan a trabajar (haciendo muchos sacrificios), deciden comprarse una casa, un carro o lo que sea (con mucho sacrificio). Durante el peregrinar unos llevan el maletín vacío y lo van llenando de experiencias a lo largo del camino; y otros lo llevan lleno quejas y lamentos que van desparramando en su caminar. Sin embargo, nunca se ha visto que la queja o el lamento acelere o facilite el proceso de la conquista; al contrario.
“Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió El su boca.” Isaías 53:7
Cabe señalar que este tipo de experiencias que se suscitan en la vida cotidiana, también suelen suceder cuando se va tras una conquista espiritual; cuando se desea crecer, avanzar, alcanzar algo más, en fin llegar a como dice la Palabra “… a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Cuando tú eres una persona que no te conformas con ir a la iglesia, sentarte y salir a vivir la vida a tu forma, sino que anhelas trabajar para Dios, ser útil en Su casa, ganar almas para Cristo, dimensionarte en El, etc.; también debes recorrer el precioso e inevitable camino cubierto de la costosa alfombra llamada sacrificio. Cuando Dios te diseña con carácter de líder los sacrificios tienden a ser más que los de la corriente regular.
Sin embargo, no hay sabor más delicioso que el de la conquista. Esta costosa alfombra no será la más cómoda ni agradable, sin embargo encierra tanto poder de crecimiento en nosotros que si nos diéramos cuenta al momento de estarlo viviendo, en vez de quejarnos de porqué ellos sí y yo no, de porqué así y no asá, de porqué yo y no otro, de porque tu si tienes esperar y ellos no, de porqué son menos tolerantes a tus fallas… tu boca estaría llena de risas y alabazas en agradecimiento a lo que El está haciendo contigo. ¡Hey! ¿Por qué la exigencia contigo es mayor? Es que de ti solo se espera lo mejor, calidad y eso sólo lo puedes traer a la luz por medio del costoso peregrinar llamado sacrificio. Nadie dijo que sería fácil, pero sí Él nos dice que “al que cree todo le es posible”.
“Alguien a quien se le ha dado mucho, mucho se le pedirá a cambio; y alguien a quien se le ha confiado mucho, aún más se le exigirá.” Lucas 12:48
Tal vez te encuentras en medio del camino y no lo estás pasando muy bien, no lo veas como un callejón, es tu pasarela. ¡Lúcete; permite que El exhiba Su gloria en ti!
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:5-11
-Jennifer Maurás
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