Ciertamente, las caídas éticas y morales son más difíciles que las caídas físicas. Desde el Génesis, cuando Adán y Eva cayeron de la santidad de Dios, vemos lo cruel que es la caída ministerial. Me gustaría describir la caída ministerial como una persona, pues ella no tiene límites, es cruel y no le interesa la condición del ministro, su interés es crear dolor en el corazón de quien ataca. Se goza del sufrimiento del ministro y se alimenta de las críticas de quienes rodean al ministro. Ella está desde varios días después de la creación de la Tierra. O sea, que lleva millones de años de vida y el tiempo no es su enemigo, sino a mayor escala de años, más fuerte y cruel es. Dicen que el tiempo hace envejecer al hombre, pero a ella la rejuvenece.
¿Qué es la caída ministerial?
La caída ministerial es lo que podríamos decir cuando se cae en pecado, una actitud o una postura que afecte nuestra comunión con Dios. Ya sea un pecado, actitud o conducta que robe el gozo de estar en comunión con el Creador. Fíjese, aún no he tocado el área ministerial, sino individual, porque cuando se cae en el ministerio es porque caímos en nuestra intimidad. El origen de la caída ministerial está en mi caída como individuo en mi relación personal con Dios. En otras palabras, la caída ministerial es la respuesta a la caída en nuestra espiritualidad.
Quiero afirmar las palabras del apóstol Pedro a su iglesia:
“Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás,” 2 Pedro 1:10 NVI
Que maravilla de texto bíblico, si se lee los versos anteriores se puede interpretar correctamente la palabra «llamado» en este verso. Pedro no hablaba del llamado ministerial, él hablaba al llamado de esforzar nuestra vida individual en comunión con Dios. Porque antes de ser llamados al ministerio, primero somos llamados a tener comunión con Dios.
¿Qué fortalece mi vida para no caer en el ministerio?
Pedro les dice:
“Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios.” 2 Pedro NVI 6-1:5
- La palabra «virtud» sale en el Nuevo Testamento cinco veces (1 P. 2:9; 2 P. 1:3; Fil. 4:8; 1 P. 1:5), si se dan cuenta cuatro veces las emplea Pedro. De estas cinco veces, tres se emplea para para referirse a Dios, de tal forma que cuando se habla de virtud se habla de carácter moral del creyente. Pedro pide que para no caer, añadamos mayor carácter de Dios a nuestra vida, parecernos más a Jesús en carácter. Portar la imagen del Dios visible por medio de Cristo.
- Añadir «conocimiento», sin duda, más que conocimiento en materias científicas e intelectuales, es adquier el conocimiento de las Escrituras. Pero este conocimiento te invita a ejecutarlo en tu espiritualidad. No es saber textos bíblicos, el verdadero conocimiento está enmarcado en aplicarlos a la vida cotidiana. Lee Palabra, para aplicarla en tu vida práctica.
- El «dominio propio» es el fruto del Espíritu Santo. Quien tiene dominio propio es porque está dominado bajo el poder del Espíritu Santo de Dios. Es dominar nuestro deseo carnales para la gloria de Dios. Todos mis deseos pecaminosos, apetitos, pensamientos, están dominados, me gusta llamar «subordinados» el dominio del Espíritu Santo de Dios.
- La «constancia» la traduzco como perseverancia. Es un llamado a perseverar en las tres anteriores características. Me confieso, como soy pecador, en ocasiones porto el carácter personal y no el de Cristo, el conocimiento que adquiero es científico y no práctico y soy dominado por mis deseos carnales. Pero, al igual que tú, Pedro me exhorta a mí, aunque soy pastor a perseverar en estos tres escalones para subir al altar y predicar la Palabra santa de Dios.
- Cuando adoptados estas recomendaciones que Pedro nos hace, podemos concluir que tenemos la «devoción a Dios». En otras versiones dice «piedad», aquí el enfoque principal es tener un deseo de adorar a Dios. Su raíz habla de «honra». Es honrar a Dios con nuestro carácter, conocimiento, dominio propio y perseverancia. Esto me lleva a amar a mis hermanos que también han caído en el ministerio y sobretodo amar la obra redentora de Cristo.
Estas características las quiero transportar o convertir en escalones para subir al púlpito a ministrar. Quienes están en el santo ministerio tienen que primero subir al escalón [virtud] del «carácter de Cristo«, ejercer el ministerio sin carácter te llevará al engaño. Segundo subir al escalón [virtud] del «conocimiento bíblico«, no podemos ejercer el ministerio sin conocimiento en la Palabra. Tercero, subir al escalón [virtud] del «dominio propio«, no pidamos que la audiencia sea dominada por el mover de Dios sin antes ser nosotros dominados por el Espíritu Santo de Dios. Cuarto, subir al escalón [virtud] de la «perseverancia«, la caída ministerial se evita si somos perseverantes en lo que creemos a través del llamado que Dios nos dio en Cristo. El quinto escalón [virtud] «devoción a Dios«, te llevará al altar, la plataforma donde expone la Palabra o ejerces el ministerio. Reconozco que fuimos comprados por la sangre de Cristo y nadie es capaz de estar en el ministerio por sus propias fuerzas, todo es por gracia, pero la honra a Dios es una decisión. Tú decides honrar a Dios, de tal forma que cuando subas los cuatro escalones anteriores [virtudes], ya en el altar, puedas honrar a Dios con todo tu ser y ministerio.
En conclusión, cuando nuestro ministerio es posicionado por estos escalones [virtudes], las caídas serán más difíciles porque como dice Pedrito, «si hacen estas cosas, no caerán jamás» (2 P. 1:10b), precisamente porque Cristo es quien sostiene estas virtudes, así como nos sostuvo en la cruz por medio de Él para poder vencer las tentaciones o caídas ministeriales en su nombre.
Peter E. Rivera-Fuentes (Jr.)
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