Hace un tiempo participé como líder en un campamento para adolescentes. Una de las dinámicas que llevamos acabo fue el “trust fall”. La prueba de confianza. Consiste en que una persona está de espaldas frente a otra persona y debe dejarse caer, esperando que quien está a sus espaldas lo tome evitando que caiga al suelo. Los líderes tuvimos que participar de esta dinámica y cuando llegó mi turno… ¡QUE MIEDO!
Lo más que tenía en la mente era que me podían dejar caer. Recuerdo haberme sentido bastante ansiosa pero, sabía que debía hacerlo ya que era líder y tenía que ser un ejemplo para los chicos. Al fin y al cabo lo hice y gracias a Dios, no me dejaron caer y sentí alivio cuando pasó mi turno.
Qué difícil se me hace confiar! Creanme, se me hace muy difícil. Soy de las personas que le gusta tener todo en control, todo en orden. No me gusta sentir que las cosas se me escapan de las manos. Sé lo que es llevarme tantas preocupaciones a la hora de dormir y perder el sueño. Aveces he orado a Dios para que tome mis cargas, mis miedos y mis preocupaciones pero, así mismo las vuelvo a tomar. Y muchas veces todas esas cosas se han convertido en ídolos en mi corazón. Toman el lugar que le corresponde a Él. Tiempo que le dedicaba de momento se convierte en un tiempo para afligir mi corazón con las mismas cargas que le entregué en un momento. Mis tiempos de alabanza y adoración fueron ocupados para sentir dolor y pena de mi misma. Estas cosas, llegaron a ser mis ídolos.
Esto es algo que Dios ha trabajo conmigo desde un tiempo. No puedo permitir que las aflicciones lleguen tan profundo a mi corazón que tomen el lugar que le corresponde a Dios en mi vida. No puedo permitir que mi adoración se convierta en queja. Sé que en situaciones difíciles, debemos esperar en Dios. Pero, ¿qué hacemos durante la espera? ¿Simplemente nada?
En una ocasión escuché de una persona que admiro mucho, lo siguiente: “La paciencia no es esperar sin hacer nada; más bien es aquello que hago mientras espero.” En la espera, adoramos. Esa es nuestra prueba de confianza en Dios. Podemos adorar en la espera, en lugar de tomar cargas que no nos tocan. Es dicil soltar estas cosas, pero créeme, es mejor esperar adorando, que esperar con aflicción. Él cambia nuestros dolores por gozo y pone cántico nuevo en nuestros labios.
Jesucristo dijo que estaría con nosotros todos los días hasta el fin. Nos ha llenado de promesas que cumplirá a pesar de lo que veamos, pues Él siempre ha sido fiel. En la espera confía, canta, ADORA.
Danamarie Ríos
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