Les confieso que después de los estragos de María, mi hábito de escritura se quedó en “stand by” por unas largas semanas. Además de algunos posts de Instagram y uno que otro quote de esos tipo Neruda que surgen de vez en cuando, este es mi primer escrito desde entonces.
Durante la semana, pensaba en todo lo que hemos vivido en los últimos meses. Como a muchos les cambió la vida. Como a unos se le congelaron los sueños y a otros la catástrofe les “obligó” a lanzarse a lo que tanto habían esperado. Miles no tuvieron otra opción que partir a la diáspora, mientras que en la isla, otros aún tienen a la “necesidad” como su huésped y viven en la espera de un milagro. La crisis nos toca la puerta a todos. La pregunta es: ¿cómo la recibes?
Hace un tiempo, comencé a leer “Ansiosos por nada” de Max Lucado y una de mis frases favoritas del libro dice que “para cambiar la manera que una persona responde ante la vida, cambia lo que la persona cree sobre la vida. Lo más importante de ti es tu sistema de creencias.” Para terminar de aniquilarme, leo más abajo y en letras más grandes expresa: La convicción siempre precede a la conducta. (¡Boom!).
Jeremías 17:7-8 dice:
»Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto. »
Día a día seguimos aprendiendo a perfeccionar nuestra fe. Pero tengo que decir que, a pesar de todo, la incertidumbre no ha sido mayor que la esperanza. La expectación en las promesas, no antecede al amor por Jesús y por los demás. El miedo a lo desconocido se desvanece cuando nos aferramos a la voluntad de Dios. Simplemente la potencia del temporal no es un obstáculo cuando nuestras raíces han crecido en Él.
Que tu confianza en Dios fortalezca tu carácter y así puedas enfrentar, recibir y abrazar cada experiencia de la vida. Crece, crea, cambia, renuévate y todo esto creyendo cada día más en Jesús.
Con sentimientos encontrados me despido en este mi último escrito en Pote de Sal. Agradezco a Dios y a nuestro director y mi amigo, Lito Alicea por la hermosa oportunidad. A mis compañeros escritores, les digo que ha sido una gran experiencia compartir con ustedes, aún en la distancia. Hoy se abren otras puertas, pero siempre seré parte de ese gran Pote de Sal. Les amo. Nunca dejen de orar por los hijos de pastores. Ámenlos, abrácenlos, compréndanlos y escúchenlos; no se imaginan cuan bien hará en la vida de muchos. Bendiciones a todos.
De todo corazón,
Miredys