Las lágrimas que derramamos cuando sembramos la semilla se volverán cantos de alegría cuando cosechemos el trigo.
Salmos 126:5 TLA
Al momento de trabajar la tierra para la Agricultura, existen varios factores para que sean contemplados en el proceso de una siembra. Algunos de ellos que posiblemente conocemos lo son, la experiencia del Agricultor, el terreno, el clima, el alimento para las semillas, como lo es el abono, entre otros componentes a considerar.
Como dato curioso, me llama la atención y me parece interesante ver el fruto que se cultiva de dos maneras diferentes. Recientemente escuchaba un estudio bíblico con el tema “Amando el Compromiso” y en gran medida tenemos que amar, atesorar y brindar protección a esa siembra que hacemos, tanto dentro como fuera del ministerio. Todos nos interesamos por un resultado positivo de esa siembra, así que ese compromiso debe ser uno íntegro y total.
¿Pero hacia donde nos diriges Betzy? Te explico; mientras dialogaba hace unos días con una joven, ella me mostraba una parcha y me hizo el relato de cómo llegó esa fruta a sus manos. Cerca de su hogar específicamente en su patio, ella tuvo acceso de esta cosecha. La parte que me cautivó fue el hecho de ella recibir algo que necesitaba, pero lo consiguió sin esfuerzo alguno, sin sembrar la semilla, sin abonarla o consentir ese fruto mientras este maduraba. En medio de esta conversación, llegaba a mi mente estas letras que hoy les comparto, y el ejemplo de la parcha me lleva a pensar, cuantas bendiciones cultivamos y conquistamos, pero también cuantas llegan a nuestras vidas sin mover si quiera un solo dedo.
Esto es parte de la Gracia sobre nuestras vidas, ser elogiados por un Dios experto en detalles, que nos sorprende hasta con lo que pudiésemos llamar “una sencillez”. Entonces el texto base, me hace entrega de un mensaje contundente, donde nos deja ver claramente, que nuestras siembras serán altamente costosas, que un mal tiempo es posible la eche a perder y tengas que levantarla nuevamente, que llegará el ladrón a atentar contra tu cultivo, que posiblemente el tiempo de ver el fruto que habías proyectado en tu mente tristemente se ha extendido, o que simplemente la semilla murió en sus comienzos y tienes que moverte en paciencia a sembrar una vez más.
No importando cual haya sido el proceso o arduo camino que hayamos tenido que enfrentar en la siembra, puedo ver a un Dios que me recompensa, otorgándome la grandiosa oportunidad de cosechar un buen fruto; y ahí no queda todo, sino que también nos premia con abundantes bendiciones, que aún sin trabajarlas o pensarlas, ellas llegan como regalo del cielo, así como un incentivo inesperado.
Así que prepara tu terreno, llegará el tiempo del rocío, del sol, del crecimiento para tu cosecha. Darás saltos de alegría, el regocijo será tal que el sacrificio le encontrarás sentido. Llegó tu turno, hay muchas parchas que caerán en tu canasta.
Con todo el cariño,
Betzy
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