La pasada semana viví una de esas experiencias que te marcan; en este caso positivamente. Cuando estaba viviendo en Puerto Rico, me gustaba mucho ver fotos del árbol de “cherry blossom” florecido. Era para mí un gran anhelo poder presenciar en vivo y a todo color el majestuoso espectáculo que brinda este árbol durante la primavera. Para mi sorpresa, Washington DC (lugar que queda bastante cerca de donde estoy), se viste de rosado en sus distintas tonalidades en esta época del año; debido a la gran abundancia “cherry blossoms” plantados allí. Fue un deleite y una gran emoción para mí el poder ver tan de cerca, tocar y hasta oler estas flores. Parecía una niña, cada vez que admirada con tanta impresión la belleza que irradia este árbol. Experimentar todas esas emociones me hizo reflexionar sobre las semillas, los troncos y las flores.

Fue inevitable hacer una comparación entre estos tres elementos con el creyente y la admiración que provoca en quien lo observa. En varias partes de la biblia el ceyente es comparado a los árboles y hasta Jesús en un momento dado dijo de sí mismo: “Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?” Lucas 23:31. Asimismo, el cristiano es llamado a llevar mucho fruto (Juan 15:8); lo que produce el Espíritu en el creyente se le llama el “fruto del Espíritu” (que hablamos la vez pasada); a quienes confían en Jehová se le compara con un “…árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.” Jeremías 17:7-8.

Sin embargo, es importante destacar que para que haya árbol y fruto (flores), primero se debió haber plantado una semilla. Cuando Jesús les relataba a sus discípulos la parábola del sembrador (Lucas 8:4-15), les aclaró: “…La semilla es la palabra de Dios.” Por tanto, podemos decir:

✔ Semilla = La Palabra de Dios
✔ Árbol = Nuestra presencia
✔ Flores = Nuestras acciones

Ahora bien, nosotros podemos hablar con otros/as sobre las verdades Bíblicas y cómo se supone que viva el creyente (semillas). Sin embargo, tiene mayor peso que ellos vean en cada uno de nosotros buenos ejemplos, palabras de afirmación, actos de servicio, compasión, tolerancia, en fin; que vean en nosotros florecer todas esas semillas que un día plantamos en sus corazones. La gente está cansada de los discursos enfocados en regaños, prohibiciones, señalamiento, imposiciones de reglas, etc., por parte de personas que predican una palabra, pero viven otra. Nuestras acciones tienen mucho peso, mucho más que nuestras palabras. ¡Te exhorto a que hagas una introspección, que examines tu vida y analices qué estás haciendo con esa palabra que expones! ¿Qué están viendo en ti? ¿Sólo semillas? Que tus semejantes no sólo noten las semillas y el tronco, permite que el mundo pueda ver la majestuosidad de las flores que solo tú puedes ofrecer. Resiste, no dejes que los vientos de la vida te arranquen las flores, ante toda adversidad ¡FLORECE!

¡Dios te continúe bendiciendo!

De tu amiga y hermana:

Jennifer Maurás-Rivera, Ph.D.

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