Les cuento que estaba de vacaciones mientras les escribía estas letras que leerás a continuación:
“Mientras tengamos vida, hagamos lo bueno y pasémosla bien. ”
— ECLESIASTÉS 3:12 TLA
Estamos en un hermoso y acogedor hotel de Isla Verde, Carolina, Puerto Rico. Es el mismo hotel en el que estuvimos el año pasado, el mismo camino, todo es igual. Pero hay un sentimiento muy especial, diría que hasta vehemente, dándole un cambio radical a mi ánimo, que estaba totalmente neutral. Ni muy ansioso, tampoco desanimado, neutral.
Mi familia, demasiado emocionados como para que todos se den cuenta. Impresionados nuevamente por la hermosura o amplitud de las habitaciones, facilidades, playa, piscina, piña colada y demás. Realmente no lo entendí, y sigo sin entender.¿Seré yo el que estoy un poco aislado de todo mentalmente, o ellos estarán demasiado compenetrados a todo esto?
¿Quién debe salir de su «éxtasis»? ¿Ellos o yo?
Como ya saben, saco un escrito por todo, y esta no es la excepción.
Ellos viven este momento como si fuera la primera vez, disfrutan y se esmeran por un gran comienzo y sin dudas, buscan la forma de que toda la semana sea única, importante y especial. Tuve que salir de mi estado de ánimo e incorporarme al de ellos, se veía mucho más atractivo y divertido.
Santiago nos cuenta que «El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.» (Santiago 1:8)
En ocasiones comenzamos a caminar en Dios, comenzamos nuevos proyectos, cumplir sueños, metas, lo que sea y al tiempo dejamos a un lado el ánimo o la ilusión que tuvimos al principio.
Mi familia disfrutaba todo como si fuera la primera vez. Deberíamos ser siempre así, constantes y felices con lo que Dios hace y nos permite hacer. Sin duda alguna mi familia me dio una gran enseñanza ese día.
Bendiciones
Lito Alicea
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