“¡Come, niña, come!”— mi madre me dice. “Aliméntate bien”— son las palabras de todos los días; y es que al parecer no se ha dado cuenta de las “libritas” que tengo en exceso, por alimentarme demás, con alimentos como el pan. Ah… el pan, recién horneado. ¡Qué delicia! Me das una libra, y me la como solita.
Mientras pienso en este pan que tanto me place comer, percibo que sí, me puedo alimentar muy bien; sin embargo por más que lo coma, llegará el momento en el día que volveré a tener hambre. Siempre querré más, porque una porción en el día no será suficiente. La buena noticia es que existe un pan que lo llena todo, y no me refiero al pan de maíz.
En un momento, Jesús le expresó al pueblo que Él era el pan de vida (Juan 6:48). El pueblo no entendía a qué se refería. Lo que sí sabían era que sus ancestros habían comido del pan que Dios permitió descender del cielo en el desierto; pero no entendían la diferencia de aquel pan a este, y es que uno es temporero pero el otro permanente.
“Yo soy el pan de vida— declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.” Juan 6:35 NVI
Jesús hablaba en forma simbólica, y una manera de entender esto es simple: NO hay nada en este mundo que nos pueda llenar más que Jesucristo. No hay comida, no hay bebida, droga, casa, auto, persona ni dinero que se compare a la satisfacción que hay cuando entendemos lo que Jesús nos regaló— salvación. Podrás tener posesiones y dinero, pero al final del día, querrás más porque nada te llena, porque no es suficiente. Jesús sí es suficiente. El pan secular es un alimento básico y bastante nutritivo, pero nada te nutre más que el amor, perdón y restauración que obtienes por medio de Jesús.
Piensa hoy, ¿que es lo que necesitas? ¿Es un auto nuevo, casa moderna, nueva pareja o acaso necesitas a Jesús? En este caminar, sigo aprendiendo a separar la necesidad del puro capricho; pero una cosa sé, y es que Jesús no es mi capricho, sino mi necesidad.
Dios te bendiga.
Shirley
©2017 Pote de Sal
Hermosa palabra, gracias Señor, yo comi de ese pan y no me arrepiento. Y llevare a otros a probarlo y gustarlo.Dios te bendiga.
Noemi, que bueno es saber que estás compartiendo ese pan que todos necesitan. Confío en que Dios continuará bendiciendo tu entorno y sobre todo, tu vida. Gracias por tu comentario.
– Shirley