Modelo Máximo

Usualmente cuando queremos comprarnos un vehículo, hacemos una investigación para evaluar los distintos modelos, marcas, etc. antes de realizar la inversión. Durante la búsqueda nos damos cuenta que en una marca podemos encontrar desde el modelo económico hasta el lujoso. A sabiendas que no contamos con el presupuesto para comprarnos el lujoso, ahí nos detenemos por un buen rato viendo todo lo que este posee y casi deliramos con todos sus adelantos tecnológicos. Esa máquina que parece casa (por su comodidad) y te asiste como ayudante (con comandos de voz y cámaras para no tener que voltear al estacionarte), entre otros muchos detallitos, te cautiva. Sin embargo, terminamos comprando el modelo económico (no por voluntad, pero sí por presupuesto). Ahora bien, ya nuestras expectativas se elevaron, porque conocimos más allá de lo que ahora poseemos.

Hace unas semanas, viví unos momentos similares con mi esposo. El salió en busca de un nuevo vehículo, lo veía como constantemente se inclinaba por carros súper tecnológicos, deportivos y costosos. Muy en mi interior cada vez que él se emocionaba con uno de estos carros, lo que saltaba en mi mente era: fuera del presupuesto. Una tarde mientras caminábamos dentro de un cocesionario gigantesco vi una guagua, que me gusta mucho, pero no había visto su precio. Cuando me acerco, para mi sorpresa es mucho más costosa que los carros que él le gustan; y sonriendo le dije: me gusta, pero está fuera de mi presupuesto. Ambos nos reímos y continuamos caminando (ahora yo con una mentalidad un tanto más empática a sus exuberantes gustos), hasta que finalmente encontró el idóneo: tecnológico, deportivo, y dentro del presupuesto.

Meditando en todos esos días donde su único tema era de carros, de los aciertos y desaciertos sobre cuál era el vehículo que mejor se acomodaba a sus intereses, vino a mi mente Jesús, sí Jesús el hijo de Dios. Pensé en todos aquellos grandes hombres y mujeres de Dios que nos han dado ejemplo de cuántas victorias podemos alcanzar, y cuánto se puede soportar cuando Dios es el centro. Asimismo, me remonté a historias escritas en la Biblia y en testimonios de personas que hoy día caminan entre nosotros sirviéndonos como ejemplo de lo que es ser un/a ungido/a. Sin embargo, por sobre todos esas personas-modelos resaltaba en mi interior la vida de Jesús. El que nació en un pesebre, sin lujos, sin ser el más popular, sin ser el que todos amaban, sin contar con una villa para hospedar a sus discípulos, sin ser parte del gran concilio, sin poseer un caballo para hacer su entrada triunfal, sin tener donde recostar su cabeza, sin poseer muchos recursos ni bienes materiales, pero teniéndolo todo con su riqueza espiritual. No se ajustaba a los estándares de algunas personas, pero precisamente él era y sigue siendo el Modelo Máximo. 

El que posee todas las especificaciones que sus seguidores anhelamos; pagó un gran precio, pero se ajusta a todos los presupuestos. No fue el que caminó más millas, su ministerio duró tres años, pero fue lo suficientemente excelente para dividir la historia. Quien sobrepasó las expectativas dando, sufriendo y aguantándolo todo sin pecar. No importa cuán buen líder seas para las personas ni cuánto tiempo lleves liderando, no importa cuánta teología conozcas o cuántas invitaciones recibas, no importa cuán alto hayas subido o cuán bajo hayas caído, no importa cuán excelente sea tu modelo en esta tierra, siempre es imprescindible volver al evangelio de Jesús y darle vida al legado del Modelo Máximo.  No tiene precio lo que hizo, pero vivir para Jesús es el mayor lujo que puedes darte, él es quien posee todo para todos.

Bendiciones

Jennifer Maurás

© 2017 Pote de Sal

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