Durante el mes de marzo, Pote de Sal recibió un mensaje desde Ecuador sobre el enamoramiento en la adolescencia. Me sorprendió de gran manera, ya que previo a la pregunta había estado pensando en mis amores de adolescencia y no sabía por qué llegaron a mi mente mis exparejas. Dios, en ocasiones, trabaja de esa manera tan especial y graciosa, te otorga la contestación antes de que llegue la pregunta.
Si un adolescente se me acercara a interrogarme sobre enamorarse, le diría “no lo hagas”, pero le explicaría el porqué. Sabemos que de todas maneras, si lo quiere hacer, lo hará. No obstante, le mostraría alguna de las cosas que podría experimentar.
El tiempo que estuve trabajando dentro del salón de clases, tenía estudiantes que reconocían que estar en la intermedia y superior es un proceso difícil, pero sobre todo doloroso. Lo que no entendían era por qué. Un día, detuve mi lección para explicarles que la palabra adolescencia es derivada de adolecer. Según el diccionario, adolecer es tener alguien o algo la cualidad negativa o el defecto que se expresa. En otras palabras, es la peor etapa de la vida porque te duele hasta el alma.
Durante el periodo de 13 a 19 años, se comienza a ser bombardeado de información negativa sobre lo que está sucediendo en el mundo. A eso se le añaden las expectativas que tiene la sociedad sobre el adolescente y lo que se espera de él o ella como adulto. La autoestima baja como consecuencia de todos los cambios hormonales y físicos. Se sabe que está pasando algo interno, pero no se comprende.
Tomamos todos estos detalles de lo que es estar en esta etapa y se le suma… el amor, algo natural que el ser humano lo ha hecho incomprensible. Entonces, cuando se es adolescente, el amor no es el sentimiento hacia una persona y la decisión de estar con esa persona, sino el refugio que se necesita para aliviar todo el dolor del desarrollo.
Desde ahí es que nos damos cuenta de que muchas veces nos aferramos a las personas, no por amar y desarrollarse junto a otra persona, sino por el vacío que tenemos. Sin embargo, eso en esta edad prematura no es importante, porque se piensa que ese amor será para siempre y será un amor que puede sobrepasar cualquier obstáculo. Como en esta edad se comienza a entender a cabalidad lo bueno y lo malo, estamos seguros de que conocemos todas las consecuencias de todos los riesgos.
Muchas veces mis estudiantes me preguntaban: “maestra, pero ¿cómo sabes todo eso?” y mi respuesta siempre era: “yo estuve ahí y no fue hace mucho”. Independientemente de la edad que tenga, siempre sentiré mi adolescencia como si hubiese sido ayer. Jamás olvidaré mis 15 años, porque bastante traumatizante fue esa edad. Me enamoré y quería irme en contra del mundo con él y por él, mi primer amor. Sin embargo, enamorarme en la adolescencia me causó el exilio. Con el único propósito de separarme de mi primer amor, me sacaron de mi isla para vivir en un país con un idioma que pensé que conocía.
El amor es hermoso, de eso no hay duda, pero también es complicado. Más lo es durante esa etapa de nuestras vidas. Pablo aclaró que el amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” en 1ª de Corintios 13:7. ¿Hermoso? Imagínate el sentimiento de adolecer y únelo a la complicación que es amar. ¿Hermoso todavía? No es que el amor sea feo, pero conlleva una gran responsabilidad porque no podemos estar vacíos para amar. Si estamos vacíos, ¿qué le podemos ofrecer a nuestra persona en cuestión?
La vida no es una novela, es un evento real. Muchas de nosotras crecemos soñando con tener un amor como de película y se nos olvida que somos seres fuera de un libretos. Si eres vulnerable, no lo hagas. Espera. Hay más bendición en la espera que en las caídas. El amor está lleno de muchos “tratar y errar”. “Tratar y errar” es demasiado peso emocional cuando solo se tienen 15 años, más o menos.
La vida está llena de acciones poéticas y glorificaciones al amor. Nos invaden con esa palabra. Pero ¿realmente necesitas enamorarte a temprana edad? ¿Realmente no importa la edad para enamorarse? Pablo escribió la gran preeminencia del amor, pero en la misma carta, en 1ª de Corintios 10:23, expone que “todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es lícito, mas no todo edifica”. Analiza, ora y piensa si crees que te conviene y te edifica enamorarte en la adolescencia.
–Isa Figueroa, lanoviadelpastor.com
© 2017 Pote de Sal