Yo voy a hacer que entiendas. Voy a enseñarte el camino que debes seguir, y no voy a quitarte los ojos de encima.”
SALMO 32:8 RVC
Llevo toda mi vida sirviéndole a Dios, lo que lleva a varios pensar que todo es sencillo, perfecto o color de rosas, pero nunca he conocido a una persona que por servirle a Cristo, tenga un camino libre de tropiezos (Pablo es vivo ejemplo de ello). Le he fallado a Dios muchas veces, que en ocasiones me siento lejos, descarrilada del camino que una vez trazó para mí, tomando salidas antes de tiempo, o excediéndome del límite de velocidad al que debo ir (espero estés entendiendo lo que quiero decir). Esa es mi realidad. Me caigo, me levanto. Caigo de nuevo, y otra vez me levanto. Sin embargo, me levanto porque a Él le place no quitarme los ojos de encima.
Me maravillo cada vez que tengo el chance de recordar este verso, porque causa en mí dos cosas. Primero, la satisfacción de que Dios está cuidándome y segundo, el temor (respeto) a fallarle. Tal verso trae a mi memoria a nuestro tan conocido amigo, Jonas, quien pensó que podía escapar del radar del Omnipresente, y tuvo que ser huésped de un pez por tres días y tres noches, para darse cuenta de lo contrario. ¿Cómo escapar de alguien que literalmente tiene la capacidad de estar en todo lugar?
Mi amigo o amiga, si has querido por alguna razón salir de Su radar, me temo que no será posible. Él hará que entiendas el camino que debes seguir, aun cuando ese camino no parezca ser una opción para ti. Podrás tomar muchas decisiones de hacer las cosas bien, mal o al revés a lo que se supone, pero todo llegará a una misma conclusión— Dios siempre estará ahí, y de diversas maneras te lo dejará saber. ¿Qué tiene que acontecer en tu vida para que te des cuenta de que no puedes escapar del amor de Dios? Créeme, que si deseas escaparte a la Luna, su mirada te seguirá. Es más, creo que le quedarías hasta más cerca.
Yo he tomado mis decisiones, unas correctas, otras erróneas; pero aprendí, estoy aprendiendo y seguiré aprendiendo que Dios me ama y necesita toda mi atención dirigida a su persona, para entonces yo identificar la ruta que debo seguir. Necesita que mi brújula apunte al Norte, que es Él. Recuerda, puesto los ojos en Jesús… tropezaremos menos, y caminaremos con más seguridad esta carrera llamada “vida”.
Así que, si cae, levántese con al ayuda de Dios y también siéntase a gusto, siéntase importante y procurado, porque Él se fija siempre en usted.
– Shirley
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