Son varios los tópicos que he tratado con ustedes relacionados al liderazgo. En esta ocasión mientras reflexionaba sobre qué tema compartir contigo, saltó a mi mente la palabra cuidado. Mientras meditaba sobre esta palabra y lo estrechamente ligada que está al liderazgo, me descubrí analizándola en tres vertientes muy interesantes.
En primer lugar, el líder debe entender que su posición le confiere la responsabilidad de cuidar y velar por las personas que tiene a cargo. Si algo ha manchado la credibilidad de los lideres ha sido el mal ejemplo de otro líder que ofreció poco o ningún cuidado a su gente, ofendiendo la inteligencia y hasta aprovechándose de la necesidad. El líder no es seleccionado para ser servido, el líder Dios lo levanta en un tiempo determinado bajo unas circunstancias y necesidades particulares. Ese líder tal vez en su razonamiento se sienta incapaz frente a ese reto. Sin embargo, su espíritu ya habrá manejado luchas similares que lo prepararon para ejercer su posición y cubrir la necesidad existente.
“Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo…” 1 Samuel 17:37 (RVR1960)
En segundo lugar, es importante que el líder tenga mucho cuidado de lo que hace y dice. Este cuidado yo lo describiría como uno de advertencia. ¡Ten mucho cuidado lo que hagas! ¡Ten mucho cuidado lo que digas! No queremos marcar negativamente la vida de las personas. El liderazgo tiene el poder de la influencia. Lo que tú digas o hagas muchos lo repetirán sin cuestionar. Una palabra tuya puede cambiarle la vida a una persona; si le dices a alguien: “Yo creo en que tú tienes la capacidad para lograrlo.” Esas palabras pueden ser la chispa que encienda una fe enorme en la vida de una persona. Lo digo con total convicción, porque lo experimenté. Mi timidez era más grande que mi fe, un día una persona importante para mí me dijo que creía que yo tenía el potencial para ser líder y mi respuesta fue: ¿de verdad? Esas palabras trabajaron en mi interior, me lo creí y aquí estoy 14 años después hablándote de liderazgo (y los muchos años que me faltan con el favor de Dios).
“¡Todas esas personas están a nuestro alrededor como testigos! Por eso debemos dejar de lado el pecado que es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia.” Hebreos 12:1 (TLA)
En tercer y último lugar, cuida de ti mismo. Una persona no es capaz de dar lo que no tiene ni de llevar a otros a donde aún no ha llegado. En lo que quede de tu parte, prepárate, lee, estudia, escudriña, ora para que puedas ser un instrumento dirigido por Dios con palabras y acciones que reten, transformen, empujen y sanen a quienes te rodean. ¿Es fácil? Ciertamente no, pero si Dios te ha escogido para este tiempo él sabe que cuentas con el empuje necesario para aguantar, soportar y resistir. Como líder tenemos la responsabilidad de velar por nosotros mismos. Por lo regular el líder motiva, consuela, enseña, aconseja, acompaña, etc.; pero al ser visto como columna o pilar muy pocas veces las personas se acercan a motivarlo, enseñarle o a aconsejarlo. Erróneamente se le visualiza al líder como inquebrantable y por el conocimiento que posee las personas creen que sabrá manejar sus propias crisis. Nada más lejos de la realidad. Por tanto, el principal motivador del líder es Dios, El es quien le enseña, aconseja, acompaña y corrige. Como previamente les hablé el escrito “Modelo Máximo”, Cristo es nuestro máximo modelo de liderazgo y él también experimentó que ni tan siquiera sus cercanos lo acompañaran a orar en un momento difícil. ¡Pa’ lante que puedes con esto y más!
“Ten mucho cuidado de cómo vives y de lo que enseñas. Mantente firme en lo que es correcto por el bien de tu propia salvación y la de quienes te oyen.” 1Timoteo 4:16 (NTV)
– Jennifer Maurás
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