Antes de leer este artículo, lee Génesis 3.
¿Ya lo leíste? ¿Sabes que Dios te está mirando y no puedes mentir? Si ya lo leíste, adelante, ya puedes leer este artículo.
Adán y Eva fueron los primeros seres humanos en la tierra. Eran almas libres, podían disfrutar de todo lo creado, y tenían autoridad sobre todo lo creado. Vivian en un mundo sin corrupción, sin pecado, sin nada que les hiciera daño. Vivian en paz plena y felicidad en cada hueco del huerto. Tenían total libertad.
Llega el momento en el que una serpiente, siendo usada por el enemigo más grande de la historia en ese momento les hace una conversación. Les presenta el fruto del único árbol probibido por el Creador.
«La mujer contempló el árbol y se convenció de que su fruto era bueno para comer. Además, lo vio muy hermoso, y pensó que era su oportunidad para conseguir la sabiduría. Así que agarró el fruto y comió. Luego le dio de comer a su marido, el cual estaba con ella.»
(Génesis 3:6 NBD)
(Génesis 3:6 NBD)
En el desenlace de esa conversación Eva y Adán hacen lo que no debían hacer y dejan de ser almas libres. Toda su libertad se corrompe, se deshace, deja de existir. Ahora comienzan una vida sometidos al pecado. Viven presos de una conducta pecaminosa.
John Bevere nos comparte de esta experiencia, en su libro ¿Bueno o Eterno? Lo siguiente:
«Eva creyó por completo que estaba tomando una sabía decisión, una buena decisión, algo que haría que su vida y la de su marido fueran mejores. Pero no fue así. Y si tú crees que miles de años después tu sabiduría sobre lo que parece bueno es mejor que la de Dios, estás tan engañado como Eva, y caerás en un gran pesar.
Si Eva pudo ser persuadida en un entorno sin defectos, ¿cuál es nuestra protección en medio de la corrupción? No es otra que la Escritura.
No hay nada bueno para ti fuera de la voluntad de Dios. No tomes esta siguiente frase a la ligera o de forma superficial, porque hay en ella mucha profundidad. No importa lo bueno que parezca algo, lo feliz que te haga, lo divertido que sea, lo rico y exitoso que te pueda hacer, lo profundamente espiritual que parezca, lo sensato que parezca, lo popular o aceptado que sea, y la lista continúa. Si algo es contrario a la sabiduría (o Palabra) de Dios, finalmente será perjudicial y llevará pesar a tu vida.»
Tenemos esta única mentalidad, anhelo y deseo de ser almas libres por la vida y hacer todo lo que nuestro corazón dicte. Pero olvidamos que por naturaleza somos inconstantes, hoy podemos sentir una cosa y mañana otra. Hoy podemos querer algo y mañana algo más. Creo que nunca estamos satisfechos.
Ahora bien, imagínese siendo almas libres sin Cristo. ¿No crees que será mala idea para nosotros?
En Cristo, tenemos libertad del pecado, ya no vivimos sometidos a el pecado, pero sí sometidos a Cristo. Dejamos a un lado nuestra naturaleza inconstante y egoísta y comenzamos a vivir como Dios quiere.
¿Que si es difícil? Sí, pero con su Espíritu Santo en nosotros, podemos lograrlo.
Para enriquecer este artículo añadí unas citas bíblicas de forma que podamos estudiar juntos este tema, toma un momento y lee: Romanos 7 y 8; Proverbios 3; Gálatas 5:1; Santiago 1.
Jamás busquemos ser almas libres sin Cristo, porque nos llevará a gran pesar.
«Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.» (S.Juan 14:6 RVR1960) «Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.» (S.Juan 8:31-36 RVR1960)
Bendiciones
Lito Alicea
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