Soy nacida y criada en el evangelio, lo cual es una ventaja, pero puede que no lo fuera, si Cristo no hubiese nacido en mí. Te explico, vivir en la iglesia, y rodearme de ambientes puros y Cristo-céntricos contribuyó a ser quien soy hoy día, pero no es la razón por la cual soy cristiana. La razón es la convicción de quién es Cristo en mi vida, por lo que Él hizo. Verás, te pueden enseñar cómo leer la Biblia y adorar, pero no es hasta que comprendes lo que la muerte de Jesús hizo por ti, que vienes a entender todo lo demás.

Jesús, para mí, significa oportunidad, porque nada perfecto hay en mí; pero su infinita Gracia me alcanzó hasta abrazarme y hacerme sentir protegida, como aquel pollito que se cobija bajo las alas de su mamá gallina. Ese es Jesús. Su sangre se convirtió en el antídoto para cualquier pecado. Su muerte me motiva a vivir con conciencia.

Hoy, no busco aprovecharme de esa Gracia, como si no fuera nada, sino que busco revestirme con ella todos los días, consiente de que me limpia, me sana, me llena y me da otra oportunidad para hacer las cosas bien. Por esa Gracia, lo entiendo todo, y por ella vivo. Por esa Gracia, Cristo nació en mí.

Hoy oro, para que Cristo también nazca en ti.

Shirley Figueroa