Estoy muy contento de ver cómo existe el deseo de alcanzar más en muchos de nosotros, los jóvenes. Estoy feliz de saber que muchos de nosotros queremos ser mejores y más efectivos en lo que hacemos.
La razón siempre debe ser glorificar a Dios. Que en todo lo que hagamos brille el nombre de Jesús. (Véase Mateo 5:14-16). Ahora bien, si esa no es la razón, es importante identificarlo en nosotros y arreglarlo.
En muchas ocasiones queremos ser conocidos y reconocidos, queremos estar en todo y ser parte de todo, con la intención de que sepan quién soy y lo que hago. Cristo nos enseña que todo lo debemos hacer para que Él sea conocido y glorificado. Nada más.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
S. Mateo 7:21-23 RVR1960
No se trata de lo mucho que hagas o digas, se trata de cuánto de eso es parte de la voluntad de Dios. Es cuán cerca es tu relación con Él.
Prefiero ser un Don Fulano, que nadie conozca y nadie sepa de lo que hago, y Dios me conozca y apruebe lo que hago, a ser conocido y reconocido fuera de la voluntad de Dios.
Cómo dijo Marcos Brunet: «Seamos conocidos en el cielo y temidos en el infierno.»
Bendiciones
Lito Alicea