En determinado momento reunido con algunos jóvenes de la iglesia a la que asisto, surgió el cuestionamiento sobre qué le sucede a nuestra juventud en Puerto Rico que solo va tras modelos que para muchos adultos parecen incoherentes. ¿Por qué ellos tienen tantas luchas internas y buscan los ejemplo equivocados? ¿Qué pasa por sus mentes cuando les hablamos vs lo que pasa cuando otra persona, que puede ser una mala influencia, le habla? Mil preguntas más surgieron esa noche con parte de mi equipo de trabajo en la iglesia, pero en vez de señalar hacia afuera, a personas que logran tener algo de influencia en ellos, nos dedicamos a analizar a los chicos y chicas que a diario perdemos en las calles.
Gran parte de lo que hablamos nos llevó a la conclusión de que muchos de nosotros, sin importar cuando pasamos por la etapa de la adolescencia y la juventud, sentimos unas emociones que de niños o preadolescentes no estaban ahí. Comenzamos a sentir miedo, rechazo, nos sentimos inferiores, en ocasiones nos sentimos perdidos, y en medio de todo esto tenemos que cumplir con las mil cosas que algunos creen que deben ser ley.
De todas estas emociones, creo que el rechazo es una de las más fuertes que nos golpea en esta etapa de la vida. A pesar de que el rechazo no es algo que nos mata, es como una espina que se entierra en la piel sin querer salir de ahí y dejando dolor en el camino. La necesidad de aprobación en estas edades es algo que como adultos perdemos de perspectiva. En un tiempo de transiciones a nuevas etapas de maduración muchos no logran ante ponerse a esto al punto de apartarse de aquello por lo cual siente rechazo.
En mi caso, recuerdo que siempre he amado los deportes, de echo he tenido la oportunidad que a través de mi profesión poder interactuar con varios equipos deportivos. Pero después de grande no practico ni juegos de vídeo. Esto se debe a que de niño era más lo que me decían que no servia para eso que lo que en realidad me apoyaron para mejorar. Posiblemente era bueno, pero no como los otros niños, incluso ni de mis padres hubo señal de ser aceptado en esta área. Hoy día veo los juegos pero cuando me invitan a jugar digo que no puedo por algún compromiso.
Parece tonto, pero lo que hoy declaramos sobre nuestros niños y jóvenes los marcara en el mañana. Quizás tu caso no sea el mismo que el mío y por mucho tiempo sientas que eres diferente al resto, incluso no encajas con los demás por como eres o lo que eres, pero lo que otros digan de ti no te define. NO SON LOS LIKES EN LAS REDES SOCIALES las que dicen quien eres. Realmente lo que nos define es Cristo.
Si vivimos de la aprobación de las personas a nuestro alrededor, moriremos en el rechazo de ellos mismo.
Cuando logramos entender que en el amor de Dios por nosotros somos aceptados, el gigante del rechazo no nos va a atormentar más. Cuando podemos entender que no es que me acepten mis amigos o pareja lo que me va a sentir lleno, aunque no necesariamente estos busque lo mejor para mi, sino que el ser encontrados como el Padre se encontró con el hijo prodigo lo que realmente nos llena de aceptación.
¿Quieres dejar el rechazo a un lado y poder gozar de la aceptación de nuestro Padre celestial? El pastor Louie Giglio en su libro “Goliat debe caer”, menciona cuatro puntos que debemos tener presente al dejar de pensar desde el rechazo y comenzar a vivir desde la aceptación:
- Recordemos el milagro de ser creados.
- Gocemos del misterio de ser escogidos por Dios.
- Pensemos en el sacrificio de Jesús por nosotros.
- Vivamos desde la aceptación, no para ser aceptados.
No es nada fácil vivir desde el rechazo y no creo que sea simple lo que te digo, pero hoy te hago la invitación a aceptar a Jesús en tu corazón, por experiencia se que el esta corriendo tras de ti para abrazarte y harte sentir aceptado en Él.
Nelson Medina
Fundador y Director de ReDefinidos