¡Al Merecedor!

A medida que nos conducimos a nuevas etapas vivenciales, llegamos a profesar que según nuestra razón debemos ser los elegidos quizás en una posición en la iglesia, familia, trabajo o comunidad. Ciertamente vemos algo particular en nosotros que da pie a que estos pensamientos lleguen. Sabemos que contamos con ciertos atributos para manejar el reto que se nos entregue.

Es posible que estas sean algunas de las tantas afirmaciones que insistentemente mencionemos, con el fin de creernos que contamos con el paquete completo: “Es que estoy capacitado”, “Tengo basta experiencia”, “Nadie lo haría mejor que yo”, “Definitivo que yo sería la mejor opción”, entre otras tantas.  

Proyectar un perfil de ésta índole no te descalifica, al contrario; crees en ti, en lo que anuncias, éstas herramientas denotan seguridad en tus palabras y contar con éste tipo de actitud está perfecto, créeme que para nada está mal.  A lo que voy es que si posees cualidades y capacidades, ha sido por la Gracia de Dios.  

Que es Gracia? Gracia es el favor de Dios sobre tu vida, es un favor inmerecido.  Por lo tanto, no merecíamos su bien, no merecíamos su bondad, no merecíamos sus bendiciones, pero (y me encantan los “peros” de Dios) aun así, de esta manera te escogió para galardonarte primeramente con la salvación de tu vida y luego con todos estos regalos maravillosos que te otorga a diario como lo es su Gracia.

Ahora bien, entendiendo que todo es por su Gracia, la parte del reconocimiento a Dios, de quién Él es en tu vida, es necesaria.  Anunciarle a Dios que gracias a Él es que contamos con equis o tal talento, es dejar a un lado tu humanidad y entender que existe uno que es quien te ha dirigido y que ha derramado bendición sobre ti.  

Un ejemplo lo vemos en el Apóstol Pablo, que aun siendo un gran líder, se despojaba de su ego y tenía presente que todo cuanto él era se lo debía a su Señor. 

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”

1 Corintios 15:10

Primero que todo, ríndele honor a quien único es llamado que entregues tal homenaje, agradece por lo que en su infinita misericordia te ha tocado experimentar como bendición.  Y muéstrale tu interés de menguar y que crezca Él en ti. Te aseguro que experimentarás grandes cambios en tu vida.

Conduce tu actitud a reconocer quien por Gracia te ha bendecido, aquel quien solamente es Merecedor de una entrega completa de tu parte, el que te ha coronado de favores (Salmos 103:4).

Con todo el cariño,

Betzy

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