He aprendido que delante de la presencia de Dios cualquier cosa puede pasar. Cosas maravillosas ocurren cuando separamos un tiempo en Su presencia para adorarle y reconocer que el es Rey y Soberano. Pero, hay días en los que la vida simplemente nos da con todo, y no es tan fácil separar un tiempo para estar con Él. Es cierto que el esta en todo momento, pero nos cuesta estar presentes.

Como estudiante universitaria, solo te puedo hablar desde el ámbito de estudios; pero creo que cada situación es bastante similar: trabajo, familia, matrimonio, ministerio. Cada una requiere de nuestro tiempo. Pues en mi caso, pasa mucho que me veo envuelta en las clases, exámenes, trabajos y simplemente se me olvida sacar un momentito para decirle a Papa: “sé que estas ahí, te amo”. Eso es adoración, ¿no? Hay que reconocer que él está, aun en medio de el ajetreo del momento. Y si estoy en mi hogar, aunque sea cinco minutos puedo separar para levantar una adoración. 

¿Cual es el punto de todo esto? Pues a veces pensamos que todo lo que uno hace para Dios debe ser una formalidad. Que para adorarle debo estar en el templo o cantarle una canción de principio a fin sin equivocarme. De eso no se trata, querido hermano. Es más bien de tu disposición de sacar un momentito para él y solo conectarte. Conectar tu corazón al del Padre y decirle lo que está en tu corazón para El. Puede ser una canción, unas simples palabras, lo que sea; para Dios es el regalo mas hermoso que uno de sus hijos le adore.

No subestimes nunca el poder de un tiempo de adoración, sin importar cuanto tiempo sea. Pueden ser cinco minutos, una hora, veinte minutos; es la calidad del momento lo que importa. Si pones todo lo que eres en ese momento, si son unos minutos, Dios puede hacer lo que sea en ese tiempo. Si es paz, te dará paz; si es gozo, te dará gozo. Créeme que, en medio de un día fuerte, sacar un tiempo así para El cambia el panorama, tu estado de ánimo, tu manera de ver las cosas. 

¡Inténtalo!

Con amor, 

Daina Liz Cintrón