Mientras me encontraba en la búsqueda del tema perfecto para un Hijo de Pastor. La palabra Fidelidad creaba una insistencia particular muy dentro de mí. Entonces comienzo un análisis profundo sobre esa palabra tan poderosa que encierra una acción real de parte del Padre.
Cierto es que no es lo mismo hablar sobre la fidelidad de Dios, que vivir y experimentar esa lealtad tan preciada. Por ejemplo, yo bien puedo compartir historias sobre la fidelidad de Dios, la palabra está llena de estas grandiosas experiencias o como también te puedo compartir alguna cercana; y es edificante, ¡por supuesto! Pero poner a prueba tu fe, depositar aquello que te inquieta en las expertas manos de tu Creador, a sabiendas que verás su fidelidad obrando a tu favor, es algo totalmente diferente y sin comparación.
Y dentro de esta experiencia, es inevitable comparar la fidelidad del hombre vs la fidelidad de Dios. La del hombre falla; la de Dios permanece, la del hombre puede lacerarse; la de Dios se mantiene intacta (sana), la del hombre crea condiciones y límites, la de Dios es ETERNA.
Yo puedo cantar como diría nuestro amigo Marcos Witt “Tu fidelidad es grande”, pero cuando la vives entras en la etapa de conocer más a Dios, descubres una nueva parte de Él.
Sin duda alguna, la fidelidad de Dios rompe esquemas, cambia escenarios, trae regocijo y aliento a nuestro espíritu. Lo podemos ver en la historia de Abraham, había unas instrucciones precisas sobre su vida y tras su obediencia, Dios lo honró y le fue fiel en todo tiempo.
Desde que abrimos nuestros ojos Él te demuestra cuan fiel es regalándote una nueva misericordia:
Sé que cada mañana se renuevan su gran amor y su fidelidad.
Lamentaciones 3:23 TLA
No te enfoques en esperar su asistencia que es perpetua, más bien muéstrele tu fidelidad en lo poco, y Él te será fiel en lo mucho.
Con todo el Cariño,
Betzy
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