En estos días pensaba en el cambio de aceite y filtro de mi auto. Estoy consciente de lo importante que es, pero no recuerdo haber pensado en las consecuencias de no cambiarlo. Así que, me di a la tarea de leer y hay ciertos detalles que quiero compartir.

El aceite lubrica y protege el motor. No cambiarlo de costumbre causa que se acumulen impurezas, que se desgasten las partes internas del motor, y que aumente su temperatura, causando que el motor falle.

Sabes, nosotros, al igual que un auto, necesitamos constantemente de un aceite fresco en nuestras vidas. El aceite puede simbolizar muchas cosas (unción, alegría, prosperidad…) pero me quiero referir a él como la llenura del Espíritu Santo en nosotros. Fíjate, que el aceite lubrica el interior de un motor, no el exterior. La plenitud del Espíritu Santo en nosotros hará exactamente lo mismo— lubricar nuestro interior, porque él es quien puede transformarnos para ser, no perfectos, sino mejores cristianos cada día.

Si no procuramos llenarnos de Dios, así como las impurezas se acumulan y aumentan en un motor, así mismo puede ocurrir en nuestro corazón.

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.

Proverbios 4:23

Es claro que, en esta vida, tenemos nuestras batallas y que las mismas pueden causar un desgaste en nosotros, pero que NUNCA afecten la relación que tengamos con Dios. Si tú, líder, joven o adulto que me lees, sientes que en ti hay un desgaste, te encuentras cansado y con ganas de dejarlo todo, creo que es tiempo de llenarte de ese aceite fresco que solo Dios puede darte.

Así que, te invito a llenarte de Dios todos los días, a intimar con Él, leer su Palabra, para que puedas sentirte renovado y con fuerzas, para enfrentarte a cualquier gigante que se presente.

Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco.

Salmo 92:10

Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite.

Ezequiel 16:9

Bendiciones.

Shirley Figueroa