No se preocupen ni tengan miedo

Es para mí un honor comenzar este año compartiendo con ustedes parte de mis conocimientos teológicos. Para este año nuestro director me lanzó el reto de escribir sobre Educación Cristiana; sentí un gran peso sobre mis hombros (aún lo siento) porque respeto mucho a los educadores y sé cuán trascendental es su rol en esta sociedad. Sin embargo, basándome en los conocimientos que estoy adquiriendo en Wesley Theological Seminary (Washington, DC) me dedicaré a compartir con ustedes parte de lo que estoy aprendiendo. Además, me gustaría que ustedes en los comentarios añadan sus conocimientos y/o preguntas y de esta forma juntos aprender.

En esta ocasión me gustaría que miremos someramente un pasaje del evangelio de Juan. Haciendo un paréntesis, cuando estudiamos con detenimiento los evangelios (los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento: Mateo, Marcos, Lucas y Juan) descubrimos que los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas se les conoce como los “evangelios sinópticos.” Se les llama de esta forma, debido a que en los evangelios sinópticos hay elementos coincidentes que permiten enfrentarlos/compararlos. La palabra “sinóptico” viene del griego “syn – junto” y “opsis – ver”, que significa “ver el todo en conjunto, tener una visión general”; juntos, los tres evangelios presentan la vida y las enseñanzas de Jesús, cada uno desde una perspectiva particular; por tanto, se necesitan los tres evangelios para obtener el cuadro relativamente amplio de la vida de Jesús (Caram, 9). Los evangelios sinópticos tienen relatos exclusivos y otros compartidos y/o complementarios. Sin embargo, el evangelio de Juan (que no cae dentro de los evangelios sinópticos) se considera de modo particular por la gran diferencia en cuanto a contenido y estructura. El evangelio de Juan trata principalmente de las palabras y discursos de Jesús (Caram, 9).

Ahora bien, el pasaje que deseo considerar en esta ocasión se encuentra en el evangelio de Juan capítulo 14 versículo 27, en éste vemos cómo Jesús les dice a sus discípulos: “Les dejo la paz. Es mi propia paz la que les doy, pero no se la doy como la da el mundo. No se preocupen ni tengan miedo.” Este discurso conocido como “la despedida del aposento alto” se encuentra únicamente en el evangelio de Juan (Caram, 58). Podríamos considerar que mientras Jesús pronunciaba estas palabras, sus discípulos estaban siendo confrontados con una realidad que les desconcertaba y atentaba contra su paz. Y es que cuando nuestra vida es confrontada con situaciones adversas nuestras emociones ponen nuestra paz en jaque. No es un secreto que desde hace unas semanas nuestras vidas han sido confrontadas con una realidad que no nos gusta, nos desespera y hasta atenta contra nuestra paz. Pero hoy quiero hacerme eco de las palabras de Jesús y recordarte que no importando lo que estés pasando “… no se preocupen ni tengan miedo.”

Bendiciones,

Pastora Jennifer Mauras

Referencias:

Caram, P.G. (2008). The Synoptic Gospels. Zion Christian Publisher; 2nd Ed.

Versión de la Biblia. PDT – Palabra de Dios para Todos

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