Las agendas deben ser esenciales en la vida de un estudiante, esto es algo que he comprobado durante los pasados 5 años de mi bachillerato. Estas han sido, literalmente, mi salvavidas. En ellas escribo todo lo relacionado a la universidad, mis planes personales y todo lo que se me pueda olvidar. Con ellas he desarrollado disciplina, responsabilidad y sobretodo organización. Pero, les cuento que mis agendas tenían una característica muy peculiar, no tenían mucho espacio para algo muy importante, los asuntos del reino. Si tenía para cumplir con mis responsabilidades académicas, salir de roadtrip cada fin de semana con mi familia y compartir con mis amigos, sin embargo, no tenía para intimar con Dios, leer su palabra y pasar tiempo delante de su presencia.
Claramente, mi agenda tenía que experimentar un cambio radical. Les confieso que estuve buscando la manera correcta de hacerlo, pero se me hacía muy difícil reordenar mis prioridades. No fue hasta que ocurrió un de repente llamado pandemia que hizo que mi agenda fuera deshecha. Por el distanciamiento social las clases comenzaron a ser de manera virtual, tuve que darle un alto a los roadtrips en familia y a las salidas con mis amistades. Así que, a punta de fuerza, la agenda sin espacio comenzó a tener mucho tiempo libre en todo el sentido de la palabra.
Fue así como poco a poco Dios fue poniendo en mi corazón el anhelo de pasar más tiempo delante de su presencia, y mientras más tiempo pasaba con él, más entendía que debía colocarlo en primer lugar para poder sobrellevar este tiempo tan inusual. Así que, le entregué mi agenda a Dios para que él fuera escribiendo lo que a él le placiera sobre ella.
Hoy, a casi un año del comienzo de esta pandemia, puedo decir con toda seguridad que tomé la mejor decisión. Mi agenda fue restaurada por Dios de una manera extraordinaria. Comencé a darle el primado a él y todo lo demás cayó en su lugar.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Mateo 6:33 RV60
Sé que como estudiantes universitarios experimentamos ajetreo y se nos hace difícil acomodar nuestros horarios. Pero creo que es necesario crear un balance y darle el primado a Dios. Buscar primeramente su reino y su justicia hizo que todos mis planes se alinearan a su tiempo y propósito. Hoy quiero invitarte a entregarle tu agenda a Dios. Tengo la certeza que él te la devolverá y podrás manejar correctamente tu tiempo.
Recordemos que nuestras carreras universitarias y todo lo que alcancemos debe ser por y para él. Al fin y al cabo, es su gracia y fidelidad las que nos han traído hasta aquí.
¡Que nuestra agenda sea la agenda de Dios, que nuestros sueños sean los sueños de Dios y que nuestros anhelos sean los anhelos del corazón de Dios!
Un abrazo y bendiciones.
Neisha