Ver a la mujer como Jesús la ve

Desde hace unos días vengo reflexionando sobre el rol de la mujer en la sociedad. Son muchos los temas que me llevan a estos tiempos de reflexión, pero en esta ocasión mi meditación vino luego de ver lo que esta sucediendo en Afganistán (en pleno siglo 21.) Me preguntaba porqué durante tantos y tantos años a la mujer se le ha restado su valor por el mero hecho de ser mujer.

En el oriente, esta desigualdad (entre hombre y mujer) se ve manifestado de formas totalmente visibles, pero en el occidente (nuestro lado del mundo) esta desigualdad, en muchas ocasiones, se manifiesta de forma sutil. Muchas veces las personas que están en en posiciones de privilegio les cuesta ver y aceptar la presencia de esta desigualdad. ¡Pero es real!

En los tiempo de Jesús, él pudo presenciar cómo se juzgaba a la mujer de forma severa en comparación con el hombre, el trato para la mujer era diferente. Sin embargo, Jesús siempre tuvo a la mujer en alta estima (hay varios pasajes en la Biblia que confirman esto: la mujer adultera, la viuda de Naim, Marta y Maria, la Samaritana, etc.)

Jesus cambió la historia; hasta Su llegada se cree que la religión era asunto de los hombres al igual que la vida pública. Jesús le dio entrada a las mujeres a sus enseñanzas, se rodeaba de ellas y les permitía interactuar con él, algo que antes de su llegada no se veía.

Jesús se preocupó y se preocupa por las mujeres, delante de él nuestra naturaleza no nos resta valor. A pesar de que la sociedad en la que él se formó, le inculcó otros ideales, Jesús trajo una mentalidad de Reino, del reino de Dios. En donde la mujer tenia los mismos derechos y el mismo valor que cualquier otro ser humano.

Ya no hay judío ni gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.

Gálatas 3:28

Cuando la sociedad señalaba, menospreciaba y maltrataba a la mujer, Jesús por su parte levantaba, dignificaba y amaba a la mujer. A pesar de todo lo que constantemente trata de separarnos de Su presencia, él nos sigue amando incondicionalmente, nos comprende, nos escucha, nos consuela, nos acompaña, nos levanta, nos restaura.

Es muy triste que aun en nuestros tiempos, muchas personas sigan menospreciando el rol de la mujer en esta sociedad, sigan encajonandola a ciertos espacios y tareas, no valoren todo lo que las mujeres tenemos que afrontar en nuestros diversos roles, no se le compense económicamente como se le compensa a los hombres, no se acepte en algunas congregaciones su liderazgo, etc. Pero la buena noticia es, que delante de los ojos de Aquel que puede hacer todo mucho más abundantemente de lo que podamos pedir (Ef. 3:20), nuestro valor es grande, muy grande, muy muy grande. Oremos para que esta sociedad aprenda a ver a la mujer como Jesus la ve.

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